lunes, 9 de junio de 2014

Una noche, una chica... (Parte 2)

Esto no es real, sólo una vacía sombra más...
Un viento aciago acariciaba su pelo, de apagado color
Otra noche sin color se cernía, dejando en sus ojos un negro y triste reflejo, digno de hacer poesía. Allí, donde hasta el más callado de sus demonios internos se podía escuchar, y cada lágrima que corria por su pálida cara se podía sentir, era donde nos encontrábamos, mi triste silueta y ella, con su vestido, que había perdido todo color. Sólo quedó en un vestido blanco, con rasgos manchados, haciendo notar sus caderas, que bailaban la triste danza de la amargura.
Lo que no sabía ni su frágil piel ni mi ciega admiración a su bello y enfermizo rostro, era que nos despertaríamos con sabor agridulce en nuestras bocas. Con la tranquilidad de saber que toda la mañana era nuestra, para hacernos el uno al otro.

Despertó, y pude apreciar como su débil corazón latía de nuevo, pude apreciar cómo los rayos de sol iluminaban su rostro, carcomido de pena, una pena que yo mismo quité, con lo más profundo de mi sangre. Pude sentir su respiración de nuevo, y volver a probar su aliento, desde lo más recóndito otra vez. Aquel despertar suspiró magia. Sus demonios se calmaron, su mirada cogió color, y, cogiéndola entre mis brazos aquella mañana, dije: "Por fin veo calidez en tu alma, por fin noto como el vacío se va, por fin siento cómo las piezas encajan de la mejor manera, ¿lo notas tu también, amor?" Sólo una sonrisa salió de lo más profundo de su alma, sobraron las palabras, esa mañana, el amor nos hizo a nosotros...

No hay comentarios:

Publicar un comentario